"Se ha dicho infinidad de veces que la Salsa tiene muchos padres, y yo digo que es cierto que el Son tiene muchos padres, pero el Son y la Salsa tienen un solo abuelo y ese es Ignacio Piñeiro Martínez." (1)
Hasta hoy sigue siendo escuchado el son-pregón habanero Échale salsita, de la autoría de Ignacio Piñeiro Martínez y estrenado por el Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro en 1931, ícono de la más universal composición cubana y —si no me equivoco— la primera obra musical del género en Cuba dedicada a un producto alimenticio, la butifarra; pero no cualquier embutido, la especialísima “butifarra del Congo”, cuya receta todos especulan pero nadie descifra realmente. De cómo surgió esta obra musical, sus motivaciones, los personajes y algunos momentos relacionados con esta creación queremos comentar con motivo de su 81 aniversario.
El Congo y Piñeiro
Las actuaciones en salones, sociedades y fincas privadas de la capital y los pueblos de las provincias de La Habana, Matanzas y Pinar del Río, se incrementan en la década del 1930, y tras los éxitos obtenidos por el Septeto Nacional en la Feria Universal de Sevilla, España, son muy solicitados en Bauta, Artemisa, Bejucal, Santiago de las Vegas, Güines y Catalina de Güines, entre otros territorios. En 1931, durante sus actuaciones en Catalina de Güines, surge la célebre Échale salsita en franca propaganda a las butifarras de carnes de Guillermo Armenteros, conocido por el sobrenombre de “El Congo”.
“El Congo” era un negro liberto, nacido en las cercanías del pueblo Catalina de Güines en 1875—dice Benito Fraga Sánchez, sobrino-nieto del Congo—, que para subsistir producía unas butifarras de carne de res, puerco y pollo a las que añadía una salsa picantosa, muy degustada por los asistentes al salón de baile “El Cañón”, barrio del mismo pueblo, al que el Septeto Nacional acudía asiduamente a realizar bailes. (2)
Las butifarras del “Congo” tuvieron tal demanda que, tiempo después, el pequeño carrito se convirtió en un exitoso restaurante al borde de la Carretera Central, bautizado por los hijos de Guillermo Armenteros como Salón-Restaurante “El Congo”.
“El Congo Armenteros” era un negro bajito y corpulento, de carácter afable y muy alegre. Siendo sus padres liberados de la esclavitud, nació en la finca Alejandría, donde trabajaba en los menesteres propios del campo y fue instruido de joven en el oficio de la carpintería. Años después de su éxito con las butifarras, estableció un taller de ebanistería en la calle Neptuno, en el centro de La Habana, auxiliado por algunos de sus hijos y okobios.
Este pequeño negro de ascendencia africana, al igual que Ignacio Piñeiro “Ignacito”, era abakuá. Armenteros estaba afiliado a la potencia ObonékueApapáUmoniEfíEkueri Tongo, esta relación religiosa hacía mucho mayor la amistad que ambos se profesaban y que mantuvieron por toda su existencia.
Tal fue su hermandad, que cuando el Benny Moré fue enviado a La Habana por su madre para abrirse paso con sus cualidades artísticas —comenta el periodista Omar Vázquez—, el Benny en su viaje por la Carretera Central realizó escala en el restaurante del “Congo”, pues Armenteros era familia de su mamá por mediación de un oficial del Ejército Libertador que era su primo; por eso cuando el Benny conoce y establece amistad con Ignacio Piñeiro, ambos visitaban en los años de 1950, en el carro flamante del Benny, el Restaurante “El Congo” en Catalina de Güines para degustar las famosas butifarras y tomar cerveza Hatuey. (3)
Échale Salsita
El trompetista del Septeto Nacional, Lázaro Herrera Díaz, amigo y compañero inseparable de Ignacio Piñeiro, quien fuera transcriptor de todas las obras musicales creadas por “El Poeta del Son”, esclarecería al investigador folclórico Ivor Miller el histórico suceso:
Piñeiro creó en un sólo día Échale salsitay se lo dedicó al Congo. Nosotros acabábamos de tocar una fiesta en La Habana y fuimos a tocar a otra fiesta a Catalina de Güines donde estaba “el Congo”. Allí “el Congo” no hacía más que salsita, masa de puerco, chorizo de puerco, butifarra de puerco. Nosotros, que no habíamos comido, nos paramos delante de él, tenía una lata de luz brillante (4) llena de productos y nos dice:
—Aquí vamos a comer todos porque yo no he comido tampoco.
Entonces todo el mundo relajeando:
—Vamos a comer butifarritas, vamos a comer carnita,
Y yo que no soy muy carnívoro dije:
—Yo me conformo con un bistecito.
Entonces dice “el Congo”:
—¿No se puede tocar un número más? Lo que me interesa es Échale salsita.
Tocamos allí dos o tres números un poco calientes y dice “el Congo”:
Piñeiro, no me has sacado ningún número y estás mentando la salsita. Y dice Piñeiro:
—Si ese es el número que saqué para ti la última vez que te vimos.
Y le tocamos de nuevo el número. Entonces “el Congo” dijo:
—¿Y ustedes, qué quieren?
Y nos repartió muchas cositas. Cuando regresamos, pasamos por Catalina donde el propio “Congo” nos brindó un banquete. (5)
Este son-pregón ha sido, sin dudas, la composición más famosa de Ignacio Piñeiro, permitiéndole establecer un nuevo estilo dentro del son habanero registrado oficialmente en 1932. “En Échale salsita —aclara Lázaro Herrera Díaz—creé el estilo cubano de tocar la trompeta, que es son-pregón. En ese número yo decía muchas frases enteramente soneras con la trompeta. No eran frases cogidas de un pasodoble o un fox trot; eran frases netamente cubanas.”
Échale salsita
Género: Son-pregón /1932
Autor: Ignacio Piñeiro Martínez
Salí de casa una noche aventurera,
Buscando ambiente de placer y de alegría,
¡Ay mi Dios, cuánto gocé!,
En un sopor la noche pasé,
Paseaba alegre nuestros lares luminosos,
Y llegué al bacanal,
En Catalina me encontré lo no pensado,
La voz de aquel que pregonaba así,
¡Salsa!
Échale salsita, échale salsita, échale salsita ;
Más, más, más, más. (Coro)
En este cantar propongo,
Lo que dice mi segundo,
No hay butifarra en el mundo,
Como la que hace el Congo.
Échale salsita, échale salsita, échale salsita,
Más, más, más, más. (Coro)
Congo vive orgullecido,
Su butifarra olorosa,
Son las más ricas y sabrosas,
Que yo en mi Cuba he comido.
Échale salsita, échale salsita, échale salsita. (6)
Ignacio Piñeiro y George Gershwin
Esta original obra musical gozaba de la máxima audiencia en las emisoras de radio en 1932, año en que el compositor George Gershwin conoce a Ignacio Piñeiro durante una de las presentaciones del Septeto Nacional en la emisora de radioCMCJ, en La Habana, y al escuchar el tema Échale salsita —durante la inauguración de esta estación de radio en la calle Estévez nº 4—, queda inspirado por su bella melodía e incluye en su famosa Obertura Cubana una parte de sus compases.
Estábamos grabando, y le pidió permiso a Ignacio para oírlo, diciéndole a Piñeiro, porque Ignacio sabía inglés: “Yo me enamoré de su número, y quisiera usarlo en un concierto sinfónico.” Dice Piñeiro: “Yo no le puedo dar el número ahora.” Y me dice: “¿Lázaro, tú eres capaz de copiarle la melodía a ese señor?” Y entonces yo le digo: “Con muchísimo gusto.” Gershwin era muy buena gente, y me preguntó: “¿Tiene borrones?”, y yo se lo di y le dije: “No tiene borrones.” Le hice dos o tres frases en el montuno y le hice algún floreo. “Me basta con lo del estribillo y las tres frases que hiciste”. Dice él: “Bueno, con dos o tres ideas que haga el solista basta ya. (7)
El compositor de Rapsodia Azul de esta manera reconoce la altura musical de Piñeiro. En esta popular radio CMCJ se estrenan otros temas de Piñeiro como: El alfiler; Bardo; Mentira Salomé y Se rompió la lira del poeta, esta última dedicada a Lázaro Herrera.
Septeto Ignacio Piñeiro en SanSusi,1930
Algo curioso sucedió con esta obra musical en el transcurso de veintiséis años. Desde su primera interpretación —ejecutada en cada actuación del Septeto Nacional—, no fue grabada hasta el año 1957, en La Habana, cuando sus integrantes eran: Lázaro Herrera (trompeta y director); Francisco González (tres); Carlos Embale (voz guía); Rafael Ortiz “Mañungo” (guitarra); Bienvenido León (voz segunda y maracas); Oscar Espinosa (contrabajo) y Agustín Gutiérrez (bongó). El sello discográfico Jagua, con sede en Cienfuegos, debido a las gestiones de su gerente Rafael Ortiz y apoyados por Odilio Urfé, director del Instituto de Investigaciones de la Música Folklórica, imprimen un disco sencillo de 45 rpm con los temas Échale salsita y Buey viejo. Esta es la primera grabación de Échale salsita de que se tiene referencia.
Algo más de ochenta largos años tiene de creada Échale salsita y aún hoy, y por siempre, es interpretada en cada una de las actuaciones por el Septeto Nacional de Cuba de Ignacio Piñeiro, siendo su openig y carta de presentación en los cinco continentes, tal es la influencia de este tema que muchos aseguran dio origen al fenómeno musical conocido como Salsa. El Son es el único género musical al que se le ha cambiado el nombre para su comercialización fuera de las fronteras del archipiélago cubano. De lo que ha significado para la Salsa el son-pregón Échale Salsita, han opinado grandes intérpretes de la Salsa:
Desde Échale Salsita, lo digo con orgullo, la mata de la música Latina es Cuba y el Septeto Nacional con Piñeiro, es la raíz. Ignacio Piñeiro con su Septeto Nacional fue la cátedra de nuestra música Salsa. Rafael Hitier. (8)
¡Yo estoy bien informado!, dije al público aquí presente la verdad, Ignacio Piñeiro, ese genio cubano es el padre de lo que hacemos, la Salsa o como se le nombre, es música cubana. Por eso canté para ustedes, los grandes del Septeto Nacional: Voy a decir una cosa, / A mi charanga perfecta, / El Son es el corazón, / Sin Son no hubiera Salsa. / Ahora con estos versos, / Los quisiera saludar, / Son los padres de la salsa, / ¡El Septeto Nacional! Gilberto Santa Rosa. (9)
Ustedes me subieron el “Congo”, hoy he regresado a la escuela, a mi juventud, es el espectáculo que he soñado hacer, ustedes son la esencia de la música latina, una explosión de sentimientos. Es maravilloso abrazarlos, admirarlos desde siempre, pero hoy no podré dormir de tantas emociones, que Dios me los ilumine, me los proteja, ¡Ah¡ La Salsa son ustedes. Eddy Palmieri. (10)
No podía dejar de venir, a pesar de mis malestares, pero saber que estaban en NY y no verlos es imperdonable para mí, he estado esperando verlos toda mi vida, gracias por esa música, es vida, solo hemos hecho música inspirados por ustedes, no soy padre de nada (se refiere a la Salsa) soy discípulo de Piñeiro, Arsenio, Chappotín. Johnny Pacheco. (11)
Fuente: http://www.cubarte.cult.cu/periodico/opinion/%C2%A1salsa!-echandole-salsita-al-son/24711.html
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